LLEGAN A CANTABRIA LAS NIÑAS Y NIÑOS SAHARAUIS DEL PROGRAMA VACACIONES EN PAZ





ESTE AÑO SERÁN 81 MENORES PARTICIPANTES EN EL PROGRAMA ORGANIZADO EN NUESTRA REGIÓN POR CANTABRIA POR EL SAHARA Y ALOUDA CANTABRIA CON LA COORDINACIÓN DE LA DELEGACIÓN SAHARAUI  Y EL MINISTERIO DE JUVENTUD DE LA RASD.

Llegarán el próximo miércoles, 3 de julio, al aeropuerto de Villanubla (Valladolid) en un vuelo de Air Algerie procedente de Tinduf.



Septiembre de 1979. Hace casi cuatro años que España, incumpliendo su responsabilidad como potencia colonizadora, entregó el Sáhara a Marruecos y Mauritania. El Frente Polisario acaba de firmar la paz con Mauritania. Pero la guerra contra Marruecos continúa. Una parte de la población saharaui sufre la violenta ocupación marroquí del Sáhara Occidental. Otra parte sobrevive a duras penas refugiada en precarios campamentos en la hamada argelina de Tinduf. Ese era el contexto en el que cien niños saharauis, de edades comprendidas entre seis y catorce años, llegaban a Madrid en un vuelo chárter procedente de Argel para pasar 35 días de vacaciones en España. La iniciativa había partido del Partido Comunista de España y fue financiada por cuestaciones populares y varios ayuntamientos de Asturias, Cataluña, Madrid y Valencia. Los menores, en su mayor parte hijos de combatientes del Frente Polisario pasaron sus vacaciones en albergues de Arenys de Mar, en Cataluña, a Piles, en Valencia y El Chaparral, en Málaga.

Era el germen del programa Vacaciones en Paz, que no adquiriría el actual formato de acogidas familiares hasta años más tarde y, más concretamente, hasta la firma del alto al fuego entre Marruecos y el Frente Polisario en 1991.


Han transcurrido cuarenta años desde aquellas primeras Vacaciones en Paz y veinticinco desde que los primeros niños saharauis llegaron a Cantabria y las palabras del entonces representante del Frente Polisario en España, Ahmed Bujari, siguen teniendo pleno sentido “Sobre las espaldas de estos niños se levantará el futuro del Sahara y son un símbolo que representa los deseos de entendimiento y de buena voluntad entre nuestros pueblos”.


Ahora son los hijos y los nietos de aquellos niños los que nos siguen visitando cada verano. Este año serán algo más de 4.000 los que lleguen a nuestro país. De ellos, 81 lo harán a Cantabria el próximo miércoles, 3 de julio, en un vuelo procedente de Tinduf con destino al aeropuerto de Villanubla (Valladolid), desde donde se desplazarán a Santander para ser entregados a sus familias de acogida. Alouda Cantabria ha gestionado la acogida de 26 menores, mientras que otros 55 llegarán de la mano de Cantabria por el Sáhara.

Siguen llegando en busca de un remanso de paz, de una mejor alimentación, de unos cuidados médicos que no pueden recibir en el refugio, del aprendizaje de un idioma, el español, que a pesar del abandono del Instituto Cervantes, sigue siendo nexo de unión entre ambos pueblos. Pero siguen llegando, sobre todo, para denunciar la ocupación de su país, la violación de sus derechos fundamentales, la connivencia de los gobiernos de la España, de la Unión Europea y de la propia ONU con el ocupante marroquí que saquea sus recursos naturales y viola impunemente los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental.


A lo largo de estos cuarenta años el Pueblo Saharaui ha resistido en las condiciones más adversas que nos podamos imaginar, ha sobrevivido a los intentos de genocidio humano, social y cultural, ha conseguido hacerse oír por encima de quienes intentaban silenciar su voz. Y a pesar de haber sido mil veces traicionado sigue conservando intacto su deseo de alcanzar por la vía pacífica el ansiado referéndum de autodeterminación que les permita decidir libremente su futuro. Quizá en todo esto tenga algo que ver la única verdad que un político, de infausto recuerdo para los saharauis, pronunció en su  visita a los campamentos de Tinduf  el año 1976: “ Quiero que sepáis que la mayor parte del pueblo español, lo más noble del pueblo español, es solidario con vuestra lucha.”

Y si para muestra vale un botón, en Cantabria, este año tenemos ochenta y uno, tantos como familias participantes en el programa Vacaciones en Paz.

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