DESDE HOY PUEDES VOTAR POR CASTRO URDIALES AL MEJOR CEMENTERIO DE ESPAÑA

Hoy ha comenzado la votación en el Concurso de Cementerios de España 2016, convocado por la revista Adiós Cultural, y en el que participa el de Castro Urdiales.
 

El cementerio de la Ballena de Castro Urdiales es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura funeraria española y representa un modélico ejemplo de actuación urbanizadora. Reúne un conjunto de monumentos funerarios de excepcional calidad, en diferentes estilos como el neóclasico, eclecticismo, neomedievalismo, modernismo, gótico, art decó…

 La ubicación del  cementerio es espectacular, se trata de un enclave elevado sobre el mar,  como una pequeña península, dotado de las mejores condiciones territoriales para que estuviera “bien ventilado” y  no pueda dañar “la salud pública”, en palabras de la época.

Es un “cementerio-museo”, encuadrado dentro de la tipología típica del denominado “cementerio marítimo” que forma un grupo especial, concebido como un elemento pintoresco del paisaje natural que parece asomado al mar. Formó parte del ensanche urbanístico  local de fines de siglo XIX, con una estructura urbana que se distribuye  en manzanas y calles, “mímesis” de la ciudad de los vivos.

El proyecto lo diseñó el arquitecto provincial Alfredo de la Escalera en 1885, con un estilo ecléctico, caracterizado por rememorar el lenguaje clásico, que ha sido el estilo dominante, y que se aplicó en la construcción de capillas funerarias, panteones y nichos.
El cementerio se organiza en una serie de calles paralelas formadas por panteones que van descendiendo hacia el mar. Su planta parece inspirarse en el estilo neoclásico, relacionado también con la nueva sociedad burguesa que se instala en Casto Urdiales a finales del siglo XIX.
 En la actualidad son más frecuentes las criptas y nichos para acoger a la creciente explosión demográfica en Castro Urdiales.

Entre las paredes del Cementerio de Ballena descansan los restos de personajes ilustres de la historia local, regional y nacional, como el arquitecto regionalista Leonardo Rucabado y el gran músico y compositor Arturo Dúo Vital. Hubo hasta 1979 otra tumba que pertenecía a Francisco de Bedoya, último guerrillero antifranquista de Cantabria, de los que “se echaron al monte” al acabar la Guerra Civil. En el año 1957, ante las numerosas reclamaciones de la familia, fue trasladado a Santander. Es de resaltar que mientras estuvo enterrado en Castro, siempre tuvo flores naturales en su tumba.
 



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