EL SUELO DEL PASEO DE OSTENDE CAMBIARÁ LOSETAS DE PIEDRA POR ASFALTO, EL MATERIAL QUE MÁS CALOR DESPRENDE EN VERANO

 


 EL EQUIPO DE GOBIERNO SIN JUSTIFICAR EL MOTIVO VUELVE A RETRASAR LA APERTURA DEL PASEO DE OSTENDE HASTA MAYO, CONVENIENTEMENTE HASTA LAS PRÓXIMAS ELECCIONES MUNICIPALES.

DICE EL CONCEJAL DE URBANISMO, ALEJANDRO FERNÁNDEZ (PSOE) QUE SOTERRAR LAS TUBERIAS DE AGUA SE HA ALARGADO MÁS DE LO PREVISTO PORQUE LOS DÍAS DE LLUVIA NO SE HA TRABAJADO. LO QUE NO DICE ES QUE EL MATERIAL ELEGIDO DESPRENDE MUCHÍSIMO CALOR EN VERANO.


Hace menos de un mes saltaba la polémica en Madrid por el cambio de adoquines por asfalto. El Ayuntamiento elimina el pavimento de piedra de calles pequeñas del centro. Expertos en urbanismo alertan de los problemas de cubrir el suelo con un material poco permeable. Lo publicaba El País.

 Pablo Olalquiaga, vice decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) dice que "el asfalto es peor que el adoquinado".  Uno de los motivos, indica, es que absorbe más calor: “Los adoquines tienen mayor inercia térmica [cuánto calor pueden conservar y la velocidad con la que los ceden o absorben], por lo que expulsan el calor acumulado más lentamente y hay menor efecto rebote”. Con el pavimento de piedra se reducen la sensación de bochorno y de aire “estancado” en las ciudades, más acuciantes durante las olas de calor en verano.

Irene Rodríguez Lorite, arquitecta y urbanista, explica que una superficie de asfalto “aumenta entre tres y cuatro grados” la temperatura: “Se forma una capa de aire caliente muy grande que impide el balance hidrotérmico”. Como si justo encima de la acera hubiera una nube, que nunca se disipa y dificulta la regeneración del aire. Fernando Polo, también arquitecto y vecino del centro de Madrid, coincide con Lorite y Olalquiaga. “Para los proyectos de obra en los espacios libres públicos hay que utilizar superficies que dejen pasar el agua. 

Los defensores de este tipo de material dicen que " supone una mayor comodidad para el tránsito peatonal, un menor ruido de rodadura y una mejor conservación, ya que alarga la vida del firme y permite una sustitución más rápida”. Una calle con este material puede arreglarse en una noche, mientras que cambiar el adoquinado puede tardar semanas o meses, provocando cortes de tráfico y afectando a la movilidad. 

Olalquiaga matiza que para que dure más tiempo, el asfalto debe ser “de muy buena calidad” sino las zonas empiezan a desmembrarse al poco tiempo de haber sido asfaltadas. Y considera que un adoquín mejor instalado, que aguante el tráfico rodado sin levantarse, puede durar años. “Cuando [el Ayuntamiento] habla de durabilidad, en realidad está hablando de reducir costes”.

Los tres arquitectos advierten de que la supuesta mejora del tránsito peatonal trae consigo otro perjuicio: facilita la circulación de los vehículos. “Evita tropiezos, porque el adoquín es una superficie irregular y dificulta el tránsito; reduciendo la velocidad de los coches”, apunta Polo. Olalquiaga considera que, en una zona adoquinada, el conductor “se siente un poco más intruso” y que “el propio ruido al pisar el adoquín genera mayor sensación de velocidad y disuade al vehículo de ir aún más rápido”, añade.

Para el vicedecano del COAM, también es esencial la cuestión patrimonial: “Es una pérdida estética para la ciudad sustituir el adoquinado, que se recuperó porque así eran los pavimentos originalmente”. Lorite coincide y lamenta que estos cambios “alejen a Madrid de las tendencias hacia las que van otras ciudades, más amigables al peatón”. Polo se resigna: “Al final viviremos en unas calles sin identidad, con un calor infernal y donde los coches circulen más rápido”.

En fin, no queremos ser agoreros pero sabemos que en Castro Urdiales se han cambiado losetas de piedra por hormigón impreso, un material que se calienta mucho cuando hace sol. Esperamos que se aplique algún tipo de resina de protección cuando se aplique el color.

 

 


 




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